El marketing olfativo cuenta ya con algunos años de experiencia. De hecho ha formado parte de las estrategias de marketing y comunicación de diferentes marcas y de muy variados servicios. Gracias a él, el cliente ya no solo compra o usa servicios, también experimenta sensaciones que le ayudan a relajarse o activarse, y que le facilitan la toma de decisiones.
Cuando una persona se decide a hacer un viaje, se debe tener en cuenta que cada paso que se da, desde el momento en que se compra el billete hasta la llegada al aeropuerto. Es un estímulo que, de no ser positivo, puede dar al traste con el viaje y generar mucha frustración.
Por eso, muchos aeropuertos han apostado por la creación de espacios tranquilos y seguros, convirtiéndose en el primer eslabón de la cadena turística, provocando sensaciones inolvidables para los viajeros y consiguiendo que vuelvan a viajar, gracias a los recuerdos evocados, con la seguridad de que su nuevo viaje será una vez más una aventura gratificante y feliz.
La correcta utilización de las fragancias en aeropuertos proporcionará a los viajeros sensaciones únicas que, reforzadas por la evocación olfativa, volverán en forma de recuerdo prácticamente cada vez que se perciba ese olor. Si la experiencia asociada es positiva y feliz, ayudará a la persona en su toma de decisiones para repetirla tantas veces como desee, sintiendo las mismas emociones de la primera ocasión.